El mejor motivo para dejar de quejarse es: saber que a ti no te ayuda. Porque en el 95% de las ocasiones el hecho de quejarse lo único que motiva es que creas que tienes razón. Y eso no te permite ser asertivo. Simplemente te sirve para confirmar que algo está yendo mal y no te deja ver qué es realmente lo que está pasando. Sólo ves que hay algo que no te convence. Quizás en ese momento lo único que necesitas es que alguien te diga que «no es tu culpa, tu no eres el culpable». Eso no ayuda.
Dejar de quejarse no es un ejercicio tan complicado. Foto de Pixabay
Pero, si realmente quieres dejar quejarte, el primer paso es asegurarte que aquella queja te ayuda en algo. Porque si ese lamento no tiene ningún valor y es algo que en 10 minutos vas a poder solucionar, ¿en qué te beneficia? En que estás 10 minutos cabreado. Y obcecado en ti mismo. Pues muy bien si es eso quéjate, aunque no creo que te quedes satisfecho.
La mayoría de veces, el problema no reside en la queja ya que no está fundamentada. El problema en muchas ocasiones reside en la impotencia de no poder hacer aquello que queremos hacer en ese momento.
Piensa en cuando conducimos: no paramos de quejarnos. Nos quejamos por cómo conduce la gente pero cuando nos dicen algo… ¡eso es la hecatombe! ¡Es cómo si nadie tuviera el derecho a decirte algo si estás conduciendo! Se pierden las formas y sale el bruto y maleducado que hay en ti. Quizás eres culpable pero ¿quién te va a decir nada?
Y es que esa es la experiencia que tuve una vez que yo fui el infractor. La otra persona me lo recriminó. Tras ver que tenía razón le pedí disculpas y acepté que había actuado mal. El hombre un poco traspuesto porque no me había puesto a discutir me dio las gracias y me ofreció ir a tomar un café. Según me dijo había sido transportista durante 15 años y lo había dejado por el estrés que llevaba en la carretera. Hicimos buenas migas y él fue el que me ha inspirado a escribir este artículo. Me decía que siempre tendemos a quejarnos y lo único que conseguimos es ponernos de mala leche.
Vaya, me lo ha inspirado él y otra persona de la que hoy mismo he escuchado:
Y, ¿la culpa de quién es? sin duda no es de tu compañero de trabajo que te ha pedido que hagas tu trabajo y le ayudes con algo de tu responsabilidad. Tampoco es tu culpa por tener mucho trabajo pero no lo tomes con los demás y sobre todo no uses la queja para complacerte o justificarte de que no puedes hacer otras cosas. Tu te quedas con eso. Que has estado haciendo otras cosas y que tienes más cosas por hacer. Tanto cuesta decir algo cómo: no hay problema deja que miro cómo arreglo todo esto y veo cuando me puedo poner con esto.
A partir de ahora piensa que si tienes que quejarte hazlo pero no te quejes por vicio. Hazlo si realmente sirve. Hay una gran diferencia entre una queja para una mejora o constructiva y una queja para empeorar o negativa. Aquella que es para mejorar ayuda y te posibilita seguir adelante con tu en tu crecimiento. La negativa anula tus opciones de razonamiento, comprensión y corrección.
Espero que esta lectura te pueda hacer reflexionar y pensar la próxima vez que quieras dejar de quejarse.
El miedo al fracaso, cómo afrontarlo.
El fracaso no es una opción
La solución al Coronavirus se encuentra más cerca de lo que crees
50 cosas que puedes hacer en casa
Los colores. 2 vídeos que te harán valorarlos.
Descubre el lugar donde actúa el sentido de tu vida
39 experiencias de la vida que debes aprender antes de los 39
¿Cuál es tu denominador común en la vida?